Nuestros niños no son los de antes ...
Han cambiado los juguetes de madera por sofisticados juegos de luces y sonidos, con tan solo tocar una tecla aparece un mundo fantástico de la electrónica.
Han cambiado los juguetes de madera por sofisticados juegos de luces y sonidos, con tan solo tocar una tecla aparece un mundo fantástico de la electrónica.
Las maestras no son las de antes, fotocopian, amplian, pegan papeles con texturas maravillosas, con solo mezclar agua y yeso reconstruyen huellas de animales prehistóricos.
Pero hay cosas que no cambian, que el tiempo y los años respetan, la mirada de un niño de la mano de su maestra y el contacto silencioso, cálido, son signos entrañables de un código único, de un sentimiento profundo de amistad.
Un niño y su maestra son capaces de todo. Pueden pasar horas juntos escuchando canciones, resolviendo problemas con tapas y palitos o simplemente jugando con la imaginación. Pueden descubrir los más grandes inventos e intentar salvar al mundo plantando un árbol.
No son las niñas ni los niños de antes.
Las maestras ni los maestros de antes .
El mundo no es el de antes.
Las maestras ni los maestros de antes .
El mundo no es el de antes.
Pero hay que cosas que no cambian, la capacidad de asombro, la fuerza de la naturaleza, la mirada de un niño o niña y el cariño de un docente que se entrega sin condiciones, día a día, que sueñan y trabajan juntos por un mundo mejor, con un código único, eterno, poderoso, indestructible: El de una profunda AMISTAD!
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